Humanos y animales tras la catástrofe | PrensAnimalista

Por Arturo Dotte, rescatista Socorro Animal Chile (SACH)

Muchas situaciones me han afectado profundamente en mi vida; la pérdida de familiares cercanos, la injusticia social, la falta de empatía en algunos seres humanos, etc. Pero les aseguro que la situación en la que se encuentran algunos de nuestros compatriotas, es capaz de afectar y conmover hasta el punto más próximo del alma, logrando marcar la vida de cada uno de quienes pudimos acompañarlos en algún momento dentro de la experiencia que nos brindó nuestro voluntariado en las zonas más asoladas por el terremoto y tsunami. La situación es totalmente devastadora, si bien las personas afectadas por la catástrofe han tratado de asumir lo acontecido, yendo más allá de la incertidumbre sobre sus futuros, ésto ha sido posible mediante la ayuda y la solidaridad manifestada en eventos benéficos, a modo de intentar disminuir el dolor y sufrimiento que cada persona afectada.Pero a parte de este sufrimiento silencioso que lleva cada uno de los damnificados, hay un silencio aún mayor, el sufrimiento de los animales. Y fue justamente por eso que me uní a esta campaña, pues la gente ya tiene quien los ayude mediante instituciones y fundaciones que los amparan. Pero, ¿y que ocurre con quienes nos entregan tanto ? ¿Qué pasa con los animales en estos casos? ¿Y por qué no entender que ayudar a los animales es también una ayuda social para quienes sufren por ellos? En mi voluntariado no solamente lo viví, sino que también lo confirmé y de corazón lo digo.  

Arturo Dotte, rescatista de SACH. Golfo de Arauco.

 Lo que pude ver en la mirada de cada perro era diferente a lo que comúnmente estamos acostumbrados a ver. Tan infinita eran esas miradas, como la de cada persona con la que crucé palabra, ya que es una pena discreta, muda, de esas que solamente sus ojos son capaces de delatar. Cada uno de esos animales que conocí, tenía una historia y les aseguro que siempre era en relación con la experiencia de alguna persona sobreviviente del terremoto o tsunami. Algunos de esos animales se salvaron gracias a la ayuda de algún humano, en el momento límite, ese mismo momento en que se pierde la esperanza y parece que ya no queda más que resignarse a la muerte.  Fue justamente el caso de una señora que logró huir del maremoto con sus tres perritos en brazos, la mar le pisaba los talones. Quizás pudo haber sido más fácil el haber huido sola, pero ella vio en sus mascotas a su familia que la acompaña en su soledad, y pensó ‘que sí el mar la alcanzaba, simplemente moriría con ellos’. Debido a ese pensamiento no los abandonó y afortunadamente pudo vivir para contarlo. Si bien el cansancio y la desesperación la estaban abrumando, pudo ser socorrida gracias a la mano amiga de otros humanos, pero sus mascotas sobrevivieron únicamente gracias a su amor.     

Claudio Jara, rescatista agrupación ADLA de Talcahuano.

Hombre de mar

Sin embargo, hubo casos en donde otros animales fueron lo único palpable que quedó para algunas familias. Recuerdo con mucha emoción a un abuelo de Tubul, que me conmovió profundamente. A este hombre lo encontré sentado en una silla enlodada, sumido en recuerdos, mientras observaba un montículo de maderas

Foto: Nelson Valenzuela

amontonadas en el barro. Su hogar estuvo ahí alguna vez. Él vivía en una casa muy modesta, a dos cuadras del mar. Había sido pescador casi toda su vida y a sus 60 años de edad, le pesaba el cansancio de trabajar a diario en el mar. Este anciano aún guardaba algunos trozos de madera pintada de azul que habían sido su casa, siendo ésto el único testimonio de lo que había sido parte de su vida. Al hablar con el anciano me di cuenta que sus palabras denotaban que en él algo había cambiado. Fue entonces cuando me di cuenta que tal vez mi presencia podía hacer un poco más por su persona. Caminamos un rato, entonces me percaté de la compañía de tres gatitos que estuvieron siempre a su lado, luego comprendí la importancia de ellos en su relato, pues aquel hombre al dirigirles la mirada le invadió una emoción que no pudo disimular. Aunque no supe qué hacer, preferí respetar su dolor bajando también mi mirada .

Después de algunos momentos en silencio, entre sollozos y la expresión de su agradecimiento hacia nuestra presencia, pudo al fin hablarme a flor de piel sobre su

experiencia frente al tsunami, relatándome cómo el mar de un momento a otro le había arrebatado a su esposa. Si bien, yo solo pude escucharle y brindarle todas las fuerzas posibles con un abrazo, mi objetivo había sido llevar alimento a sus mascotas, pero el dolor de su experiencia me marcó y creo que de por vida, pues por fin alguien nos corroboraba que pese a todo el esfuerzo de llegar a los lugares devastados, bien valía la pena y estábamos haciendo lo correcto.

Nosotros, los del Movimiento Animalista. Sí, los locos, como mucha gente nos llama, nos sentimos especiales porque fuimos capaces de pensar en detalles que otros voluntarios no proteccionistas no contemplaban. Ayudar a los animales para hacer felices a las familias destruidas.

Quisiera recordar las últimas palabras que nos dijo este abuelo, es un gran mensaje:

“Gracias por el alimento y por acordarse de todos los animales, porque ellos igual la han pasado mal, como cualquiera de nosotros… Gracias, porque ustedes están alimentando a mi familia”.

Estas fueron sus palabras, de sincero agradecimiento… las de este hombre de mar, a nombre de los únicos integrantes que quedaron de su familia: sus tres gatitos.