Animales que sanan a humanos | PrensAnimalista

Por María Constanza Contreras

Los seres humanos otorgan gran importancia a la búsqueda de un bienestar que permita aplacar aquellas dolencias provenientes de la salud física y emocional. Hemos ido creando medicinas y sustitutos para mejorar y fortalecernos interna y externamente.

El medio ambiente que nos rodea es vital para el desarrollo positivo de nuestras energías y capacidades que nos hacen ser parte de una cadena evolutiva. Vivimos dentro de un hábitat que está en equilibrio, el cual respeta cada ciclo y necesidad.

Sin embargo, hay procesos químicos y estados mentales que ocurren dentro del cuerpo del hombre que hacen enfermarlo, sentirse anémico, debilitándose hasta llegar a perder gran parte de su vitalidad. Por lo mismo surge la necesidad de encontrar soluciones a estos ‘males’ humanos. Algunos las hallan entre los estupefacientes, a modo de disminuir dolores, otros consumen psicotrópicos, para tranquilizar nuestro ánimo, y también existen los tratamientos más alternativos – aromaterapia, reiki – Inclusive podemos considerar como parte de nuestro bienestar lo relacionado a la estética, el uso de maquillajes, tinturas para el cabello, cremas anti arrugas, etc.

Recién ahora que vamos a cumplir doscientos años como país estamos siendo capaces de abrir nuestra mente a otras terapias que se muestran como originales y hasta extravagantes, estando en auge aquellas que se realizan a través de los animales. La ‘Zooterapia’, la cual se define formalmente “en tres modalidades de gran importancia: hipnoterapia, delfinoterapia y visitas programadas con animales menores. Las cuales trabajan normalmente con personas enfermas o discapacitadas. También existen aplicaciones de carácter preventivo dirigidas a individuos sanos, con estrés o sometidos a labores rutinarias”.

Si bien pareciera que es un tema algo conocido y hoy en día aceptado como parte de una medicina optativa, no deja de estar sujeta a un menosprecio, que reduce su eficaz aporte, a la idea de que todo es resultado de una relación ordenada entre el hombre y el animal. Si bien (usa otro conector), es verdad, que todo se produce mediante esta conexión animal/persona, dentro de un ambiente de relativa armonía.

Empero, a lo que quiero llegar es al por qué pensamos que el contacto con la naturaleza debe surgir en aquellos momentos de búsqueda interna, de alivio a dolencias o por satisfacer necesidades poco usuales. A caso sólo reconocemos la presencia de la Madre Tierra cuando nos sentimos afligidos, cuando nos vemos así mismos como personas que viven en una realidad que nos conmociona, estresa, que nos hace tropezarnos y caernos. Pues entonces somos bastante ego centrista e indolentes, porque podríamos vivir realmente en plenitud con todo lo que poseemos y por lo que la naturaleza nos entrega en cada segundo, todo lo esencial para vivir.

Si valoráramos día a día por contar con la presencia de las flores, plantas, árboles, insectos, animales en su estado de pureza, o sea verlos tal cual son, como seres vivos, no como si sólo cobraran importancia al momento en que debemos fabricar productos para alimentos, cosmetología, homeopatía y terapéuticos. Por eso el valor no está en lo vitales que ellos son para nuestros beneficios personales. Sino está en que los animales poseen la suficiente empatía y nobleza como para permitirnos conectarnos con ellos a un nivel maravilloso. Ellos generan la energía que sustenta a nuestros cuerpos, nos rehabilitan, con el simple acto de percibirlos cerca nuestro, nos devuelven la ganas de vivir al poder acariciarlos, observarlos. Es una labor innata de parte ellos, el otorgarnos sus vibraciones, como lo hacen los delfines, o el echarse a nuestro lado, como lo hace un perro, pese a ello, estamos tan acostumbrados a que existan casi como un simple objeto – fetiche, como el amuleto para la buena suerte, como lo es una pata de conejo, o para mejorar nuestra salud – cartílago de tiburón, uñas de gato –.

Podríamos mejorar en cuerpo y alma cuando respetemos el equilibrio, las terapias deben convertirse en un acto innato y solidario de interacción entre humanos y animales.

Artículos relacionados: